Recuerdo que en un verano, cuando era pequeña, mis padres volvieron de un viaje a Londres con un montón de regalos, entre ellos una máquina enorme de hacer pompas (aunque lo mismo era enorme para mí, que era una cría 😂). Era un armatoste que se enchufaba, se llenaba de líquido para pompas y al encenderlo se movía una estructura que se mojaba en el líquido y a su vez echaba aire. Imagináos a una enana de 7 años en un jardín colosal con uno de éstos. En mi salsa era poco.
La pega, claro, era que el líquido se acababa enseguida, y reponerlo no era nada fácil, ya que en aquel pueblo no había tiendas que lo tuviesen, y bajar a Barcelona para ir a buscarlo no es que fuese muy factible tampoco 🙈. Así que me intentaba apañar con el jabón de lavavajillas de la cocina y un poco de agua.
Estuve pasando bastante del tema hasta que les regalaron otra máquina prácticamente idéntica a mis sobrinos. Entonces, empecé a buscar y probar por mi cuenta mezclas de distintos tipos de jabones para ver cual les iba a poder servir mejor.
Ésta es la que yo utilizaba de pequeña: Jabón de lavavajillas + agua 2:1
Líquido denso: Agua + detergente + glicerina 2:1:2*
Pompas que rebotan: 4 vasos de agua caliente + 2 paquetes de gelatina neutra + 5 cucharadas de glicerina + 3 cucharadas de detergente líquido
¡Ahora sólo te queda probarlos!
*2 cucharadas de glicerina.
Nota: Los lavavajillas transparentes funcionan mejor que los cremosos.